El diario La Prensa fue fundado en 1980 por un grupo de empresarios encabezado por Ithiel Roberto Eisenmann que tuvo la idea de crear un imperio mediático
El diario La Prensa fue fundado en 1980 por un grupo de empresarios encabezado por Ithiel Roberto Eisenmann que tuvo la idea de crear un imperio mediático que permitiera cambiar la historia de un grupo de individuos, involucrados en casos relacionados con tráfico de drogas, conspiración criminal, fraude, lavado de dinero, integrantes de una organización “responsable de la exportación y distribución de más de 600 mil libras de marihuana a Estados Unidos”.
La verdadera historia de Eisenmann
El 12 de diciembre de 1984, un tribunal del distrito sudeste de Florida citó a Alvin y George Weeden, Guillermo Ford, Carlos Rodríguez, Steven Samos e Ithiel Roberto Eisenmann, por un caso relacionado con el contrabando de drogas hacia Estados Unidos.
En ese mismo caso se anunció que se había descubierto una red internacional de contrabando de marihuana dirigida por un cubano estadounidense de nombre José Antonio Fernández.
Sin embargo, con cuatro años de fundada La Prensa, ninguno de sus editoriales ni notas informativas abordó este tema, cuya información es abundante e, inclusive, un libro del periodista colonense, Ricardo Arturo Vélez, proporciona un copioso material y pormenores del citado caso.
Experto lavador, lava su nombre
Eisenmann logró lavar su reputación y hábilmente desvaneció sus nexos con una red mafiosa de narcotráfico. En resumen, su historia dice así: “El periódico fue fundado en 1980 por I. Roberto Eisenmann Jr., que había regresado a Panamá en 1979, después de vivir en el exilio en Estados Unidos durante tres años”.
Utilizó Eisenman toda su sagacidad para dejar atrás aquellos sucesos y relacionarse con panameños ejemplares como Ricardo Arias Calderón, Ricardo Bermúdez y Fabián Echevers, para fundar el diario La Prensa.
Eisenmann es prisionero de su pasado
El expediente de este caso contra la red mafiosa cuenta con unas 30 mil páginas y en ella se señala que el húngaro nacionalizado panameño, Steven Samos, fue el cabecilla del grupo de los Fernández, desde mayo de 1977 hasta 1983. Allí también se pudo conocer que no fue acusado porque cooperó entregando pruebas al gobierno contra la organización, pidiendo además protección para Alma Robles, su exesposa, hermanas de Iván y Winston Robles.
El desaparecido director del diario La Prensa, Winston Robles, fue el abogado de Samos y de muchas compañías panameñas involucradas con el capo Fernández.
En 1976, Roberto Eisenmann a través de Dadeland National Bank, entidad bancaria de su propiedad, y Alvin Weeden, encargado de los trabajos sucios de la organización, servían de base para realizar transacciones ilegales. También se mencionó la conexión de dicho banco y el diario La Prensa con este caso. Ambos recibieron un tratamiento de inmunidad.
La prolija información sobre este expediente también permite conocer la existencia de un vínculo entre Samos, Robles y Eisenmann con la mafia rusa en Estados Unidos.
Eisenmann encontró la salida para esconder su verdadera historia y con su gran capacidad de mimetismo se convierte en adversario del narcodictador Manuel Antonio Noriega, a pesar de ser él también investigado en los Estados Unidos. La diferencia entre los dos es que Noriega no quiso sacudirse de su pasado, algo que sí logró el fundador del diario de la 12 de Octubre.
Para los propósitos de esta investigación se ha consultado el libro de Vélez Valdés, donde hemos podido definir que pretendía utilizarse el diario de la 12 de Octubre como fachada, además de convertirlo en arma de manipulación y control a través de una dictadura mediática que surgió en 1990.
En el expediente de este caso aparecen también los nombres de importantes firmas de abogados lo mismo que bancos pertenecientes a “honorables personalidades” del país.
Una de las firmas mencionadas es la de Arias, Fábrega y Fábrega que logró colocar a uno de sus socios, Arturo Hoyos, primero como magistrado y después como presidente de la Corte Suprema de Justicia.
Eisenmann y sus voceros
En torno al diario La Pensa se logró crear la llamada sociedad civil que recibía apoyo de los mismos socios del diario, aunque Eisenmann siempre utiliza para atacar a sus adversarios a personajes como Alvin.
Weeden responde a su patrón, Eisenmann, quien lo sabe utilizar cuando se siente acorralado y ve que sus intereses podrían ser afectados, además de fastidiar y manipular, junto a los medios del poder económico, a los gobernantes de turno.
Eisenmann entra a otra etapa
Tras consolidarse en el diario La Prensa, Eisenmann se deshace de los socios fundadores, incluyendo a Ricardo Arias Calderón y ejerce su control sobre el rotativo consolidando su imperio y sus intereses personales.
Ejemplo de su poder es la llegada de Alvin Weeden a la Contraloría General de la República durante el gobierno de Mireya Moscoso, quien hoy sigue arrepentida de haberle designado en el cargo.
De igual manera, su cuñado César Tribaldo fue nombrado como administrador del IPAT durante el período de Ernesto Pérez Balladares y uno de sus allegados, Ricardo Alberto Arias, en su momento presidente de la corporación periodística de Eisenmann, quien también tienen buenas relaciones con el PRD, sobre todo cuando ha logrado el poder.
Final de Eisenmann
Con la llegada al poder del presidente Ricardo Martinelli, el poder de Eisenmann se terminó por lo que, por primera vez, fue obligado a pagar los impuestos derivados de las ganancias de sus negocios.
La imagen del hombre al que le debemos la democracia se ha venido abajo, porque se han descubierto sus relaciones con sujetos involucrados con el crimen organizado, tal como lo demuestra el expediente levantado en el tribunal de Florida.
De manera insólita, Eisenmann hizo una donación a la cacica Silva Carrera, quien organizó protestas que produjeron la muerte de varias personas.
En resumen, Eisenmann se salvó de la cárcel gracia al diario de la 12 de Octubre porque, al igual que Noriega, encerrado en una cárcel tal vez por el resto de su vida, ha cometido uno de los modernos pecados capitales: el narcotráfico.